Ondina, por John William Waterhouse (1872)
En la mitología germánico-escandinava, se llamaban ondinas a las ninfas acuáticas de espectacular belleza que habitaban en los lagos, ríos, estanques o fuentes. Tienen su correspondencia en las Náyades de la mitología griega.
A partir del siglo XVIII, las ondinas se convirtieron en sujetos literarios con el auge del cuento fantástico alemán que rápidamente se extendió por toda Europa.
Leyenda alsaciana
Ondina es la heroína de una leyenda alsaciana. A su nacimiento todas las hadas del vecindario se reúnen en torno a su cuna y le proporcionan muchas cualidades. Su abuela, que también es hada, le proporciona una persistencia excepcional. Un día, Ondina es raptada por un joven noble que consigue enamorarla hasta tal punto que rehúsa ir a ver a su madre enferma. Como castigo, su abuela la condena a amar por siempre al joven noble. Este, cansado de ella, finge creer que esta le ha engañado con otro. Le dice que no la creerá hasta que no le traiga un jarrón enorme lleno de agua del río Niddeck. Tras tres días de marcha llevando ese enorme peso, Ondina cae exhausta al agua mientras rellena el jarrón. Su abuela, el hada, va a rescatarla y para evitarle continuar sufriendo a causa del noble, la transforma en una ninfa protectora de las aguas del río Niddeck. Desde entonces, en los días de tormenta, se ve su reflejo en el agua de las cascadas del río...
El sueño de la Ondina
El término también ha sido usado como nombre propio para ese espíritu acuático: La Ondina.
La Ondina era una ninfa acuática de la mitología germánica. Era de belleza asombrosa y, al igual que todas las ninfas, inmortal. Una de las únicas amenazas para su felicidad sin límites es enamorarse de un mortal y quedarse embarazada de él. Si eso sucediera, la ninfa perdería su don de vida eterna.
Ondina se enamoró de un brillante caballero llamado Sir Lawrence y pronto se casaron. Cuando se dieron los votos, Lawrence dijo: "Hasta el último aliento que salga de mi boca será ofrenda de mi amor y fidelidad a ti". Se fueron a vivir a un fabuloso castillo. Al año de estar casados felizmente, Ondina dio a luz al hijo de Sir Lawrence... A partir de aquel momento, la ninfa empezó a envejecer. Poco a poco su belleza espléndida fue desapareciendo, y el interés de Sir Lawrence por ella... también.
Una tarde, Ondina estaba paseando cerca de los establos y oyó los familiares ronquidos de Sir Lawrence. Al entrar, vio a su marido dormido en los brazos de otra mujer, joven y hermosa. Y entonces le señaló furiosa y el hombre, al ser golpeado por la punta del dedo de ella, lo sintió como una terrible patada. La ninfa, convertida en furia, le maldijo con las siguientes palabras:
"Tú me prometiste que hasta el último aliento que saliera de tu boca sería para mí, y yo acepté tu voto. Entonces que así sea. Todo el tiempo que permanezcas despierto tu aliento te pertenecerá, pero si alguna vez te duermes... tu aliento me pertenecerá y tú morirás".
El caballero hizo de todo para mantenerse despierto, la idea de morir le quitaba el sueño, y así aguantó muchos días, cada vez más torpe y cansado. Al final, decidió acostarse con su amante una última vez, y a ella sí le prometió que hasta él último aliento que la vida le dejara sería para ella. Y cumplió su palabra.
El sueño de la Ondina, su maldición, es la muerte de los que traicionan sus promesas de amor.